sábado, 7 de junio de 2008

La joven en la silla de ruedas


Miré fijamente en los ojos de la joven, que estaba sentada en una silla de ruedas en un Centro de personas con grave discapacidad física y mental. Sus habituales rituales de saludo y risas de repente tomaron forma de palabras serias, que provenían de su Alma y buscaban un compañero para conversar.

»Saša, me es muy difícil con mi padre.«

»Mmm.«

»Pero tú me entiendes. Pasa todos los días, Saša, todos los días. Cuando estamos a solas, es realmente difícil.«

Mi mirada se centró en su Alma. En voz alta le dije a la joven que estaba presente en mis Oraciones y en los actos de Luz. Me devolvió la mirada y me dijo:

»Al final de la Oración se dice Amen.« »Saša, tu eres muy buena compañía para conversar. Gracias por haberme ayudado.«

La abracé y la besé. Le dije que la amaba y le pedí poder cantarle una canción. Mientras miraba sus ojos y la postura encogida, le canté la Gratitud al Señor. Es una canción que intenta recordarnos de la Verdad acerca del hecho que todos somos capaces de andar, de entender y de caminar el Camino de Amor. Escuchó y me dijo:

»Tienes oído raro.«

De repente fui capaz de ver que su forma era un espejo de la sociedad en general, también de aquella parte que estaba fuera de Centros de discapacitados o enfermos mentales. La mayoría simplemente ya no somos capaces de confiar plenamente en nuestras capacidades y en el hecho de que la Voluntad de Dios no es que suframos, sino que vivamos nuestra Vida enteramente en dicha, paz y amor. Pero como no lo hacemos, la palabra »Dios« quedó »rara«; Su experiencia desconocida; todos cantos a Él extraños y todos actos que Él nos dicta »ideas descabelladas y locas«.

Entonces comprendí porque la joven no pudo entenderme qué era el Sol. Quise regalárselo para que lo llevara en su corazón y se lo regalara a diario también a su padre. Y ella me preguntó: »¿Cómo es el Sol?«

La joven me enseñó una imagen de la sociedad a la que se le había olvidado el Verdadero Sol, aquel Sol que brilla aún cuando lo cubren las nubes. No depende de Él si le estamos viendo o no: Él está siempre presente y brilla. Son nuestras nubes, o sea nuestros pensamientos y creencias, que habían cubierto al Cielo. Ahora necesitamos el »Viento« adecuado para deshacerlas y aclarar el Cielo.

Por la primera vez entendí que era igualmente útil y efectivo ayudar a una persona con »necesidades especiales« que a una persona »normal«. Todos tenemos las mismas dificultades, todos llamamos a por una cosa, y en todos el resultado depende de una sola cosa: de que tengamos el Corazón totalmente abierto para reconocer la Verdad. Quien cree que no puede caminar, no caminará. Quien cree que no entiende, no entenderá. Quien cree que no se merece el Amor, no lo recibirá. Quien cree que vive entre guerras y odio, no podrá degustar la Dicha, el Amor y la Paz. Y no porque estos valores no existen, sino porque las nubes mentales han cubierto al Sol y no dejan pasar sus rayos. El mundo no tiene la culpa por nuestras circunstancias. El mundo solo nos enseña las nubes que adoramos. »El retraso mental« no vive en Centros de personas discapacitadas, ni tampoco en aquellos que aparentemente nos molestan, sino en nosotros mismos. Quien no vive la Paz y el Amor, a quien aún le molesta aquel o aquello, lleva en sí »un enfermo mental«, quien le llama a gritos desesperados volver a mirar al Sol.

Gracias Joven por recordarnos que el Sol brilla para todos nosotros y en todas nuestras circunstancias. El Sol que encendemos en nuestro corazón brilla para muchos que nos siguen. En cuanto ellos se acostumbran a Su Luz, comienzan a seguirla porque sienten que les ofrece el Amor y les quita todo el sufrimiento, que lo había creado (falsamente) su propia mente.