Extraido de la carta a mi amigo
Alti cariño,
Tus palabras siempre tocan mi corazón. Entiendo tu situación de ahora... que a veces es amar en la distancia. El amor entre tú y Lana es tan grande que os gustaría estar juntos más veces; pero la vida parece poneros »difícil« el reencuentro permanente.
Como bien dices, cada reto es una oportunidad para crecer: para redefinir nuestros valores – »lo que queremos vivir«. Hasta que cierto valor no es deseado y empleado no podemos encontrarlo.
Déjame compartir contigo mí busqueda de lo mísmo - de la compañía del amor. He descubierto que el amor anhelado es la distancia que pusimos nosotros mismos entre nuestro SER y lo que aparentamos ser. Cuando a veces nos sentimos "solos" o deseamos estar físicamente más cerca de otra persona querida, es porque anhelamos estar cerca de nuestro SER, del Poder Divino que hay en nosotros, y que hemos tapados con creencias muy limitadas.
La única manera de sentirnos acompañados (o sea amados y no solos), donde sea y con quien sea, es sentir la Verdad de nuestro SER. El camino hacia ello es el camino interior. En este camino hay los siguientes elementos claves, que he podido descubrir:
- Entrenamiento en la escucha de nuestra Voz Interior.
Aunque a veces creemos que no sabemos escucharla, no es así. Nos habla a todos de manera clara y audible. Lo que es un reto mayor es llevarla a práctica, porque suele decirnos cosas que hasta ahora no hemos probado, hecho, experimentado. Hay que probar lo nuevo, porque seguir haciendo (creyendo) lo mismo nos treaerá lo mismo (más enfermedades, más soledad, más sufrimiento).
- Lo segundo, es la conciencia de que la compañía más deseada de cada día debería ser Nuestro Creador. Si solo contamos con nustra fuerza, no podemos descubrir los dones que nos han sido otorgados por Él. Estos dones son el Amor (lo que somos) y la Unicidad (en la que vivimos). Si no contamos con Él, no podemos sentirnos Uno y estamos condenados para siempre a estar solos y distantes de los seres queridos.
- Lo tercero es la Apertura. La Apertura, que solo se da si confiamos, quiere decir que estamos dispuestos, a pesar de nuestras limitadas creencias, ampliarlas. Require que a la vida lanzamos una petición: »Ayudádme a escoger lo mejor y lo verdadero (y no lo que me gusta o lo que conozco)«, esperando a que la vida misma nos conteste. Confiar en las cosas cotidianas quiere decir que somos capaces de mirar más allá de todos los errores (también de los demás) porque confiamos que somos capaces de Algo mucho más grande. Con plena confianza, dejamos a los niños caerse en el suelo para así aprender a caminar por si mísmos (y no tener que hacerlo más tarde en la vida de adultos con más consecuencias, sufrimiento y dramatismo); dejamos que una persona »imposible« por su caracter muestre sus cualidades y cariño – en vez de reñirla, la abrazamos; sonreímos a pesar de un día “malo” con la confianza de que nuestra sonrisa y la confianza son capaces de transformarnos ... Una vez lograda la confianza en cosas muy cotidianas, somos capaces de verla en cosas más grandes – confiándo en las fuerzas invisibles para manejar nuestros caminos, sabiéndo que siempre nos ofrecen lo mejor. Con esta confianza, podemos seguir sus pistas – y no las de nuestras decisiones limitadas que se basan en nuestros planes (presupuestos) limitados.
Gracias a Dios he podido comprobar que convivir no es necesariamente vivir en la compañía, en el amor y en el entendimiento. Más buscando la Verdadera Compañía, no podemos sino encontrarla. Yo me alegro de que tanto tu, Alti, como yo buscamos lo que vale la pena – los valores que traen consigo la liberación, la conciencia, el bienestar duradero y la paz interior. Te quiero mucho, Saša