jueves, 17 de enero de 2008

Parto sin dolor

¿Se puede parir sin anestesia y sin dolor?

¿Se puede vivir sin sufrimiento y sin dolor?


La respuesta es claramente un SI. Vamos a verlo ....

Poco después de haber concebido a Benet, crecieron en mi dos tipos de emociones muy fuertes. Una era un miedo terrible, en formas varias, y la segunda emoción fue el deseo aún más fuerte para vencer este miedo. Por la primera vez, tuve el deseo de probar en mi propia piel la teoria que me habían enseñado en varios cursos y libros espirituales.

La teoria dice así:

No soy la víctima de lo que me sucede. A contrario, soy plenamente responsable de todo lo que me sucede, incluidas las cosas (personas) que »no son de mi gusto«. En esto radica la salvación, porque me da el poder sobre lo que me sucedce. Yo, por lo tanto, puedo cambiarlo, si así lo elijo.

¿Cómo lo hago?

Todo en cuanto sucede es el reflejo de mis propios pensamientos. Si los cambio, cambian también las circumstancias al ser mero espejo de mi mente. »Quién me hizo qué y cómo« empieza a ser irrelevante, porque todos los participantes son solo los actores de mis pensamientos.

Al principio la teoría me enfadaba bastante, porque requería una buena dosis de auto-honestidad, sobre todo en cosas que no me gustaban nada de mi misma. Atravesado este período, vino la fase constructiva. Recordé que de muy pequeña afirmé en varias ocasiones a mi madre que »yo ya tendría hijos si no tuivera que parir«. Es muy interesante como estan impregnadas nuestras creencias ya desde los primeros años, y los niños, si somos muy atentos, lo muestran claramente.

Decidí, entonces, descorrer todos los velos para llegar al fondo de mis creencias que había causado afirmaciones similares. Las circumstancias me acordaron de la gata, que tuvimos de muy pequeños en la casa de mis papas. Ella parió en varias ocasiones, como si esto le fuera un placer. En su absoluta paz estaba estirada sobre los trapos y esperaba lamer sus pequeños gatitos en cuanto saliesen. No se pudo sentir ni un sonido »lamentando las circumstanicas«. Unos quince años más tarde, esta vivencia tan profunda me ayudó a reflexionar de ¿porqué entonces las mujeres paren con dolor y luego afirman »una vez nacido el niño, se te olvida todo«?. Esta contestación general en mi no encontró suficiente peso de la Verdad ... »de que Dios quiso que el hombre sufriese (y luego olvidase)«. Si Dios realmente tuvo en cuenta toda su Creación, dió también la posibilidad de parir sin dolor tanto a las mujeres como a los gatos. Entonces, era posible que la mujer pariese sin sufrimiento y sin dolor, y todo eso sin necesidad de la anestesia (epidoral) - como un camino natural.

Con este pensamiento en mi mente, que estaba dispuesta a probar en mi propia piel, comenzó el camino de la »salvación«. Mi primer paso era preguntarme: ¿Cuáles son mis creencias falsas, que afirman una idea tan absurda como la de imposibilidad de un parto natural sin dolor y sin sufrimiento? Y créanme, de estas creencias no faltó:

- ¿Es Dios realmente tan injusto y cruel como para »regalarme« sufrimiento? Y si no lo es ¿porqué me lo regalo yo misma?

- ¿Es agresivo el mundo o lo ataco yo misma y me retorna como un reflejo en el espejo?

- ¿Seré realmente capaz de parir sin dolor, si es que »todas« las mujeres que me rodean me acuerdan de su dolor y sufrimiento en el parto? Unas se estaban retorciendo de dolor, otras recibieron la epidoral y les dolió aún así, ya que tuvieron que darle la epidoral tres veces (y el parto aún no comenzó), u otras, que no podian sentarse »como Dios manda« por el dolor de la herida-posparto y sus puntos durante un mes entero ....

- ¿Es realmente posible que cesen mis crisis de ansiedad, que como consecuencia dieron lugar al comer de todo lo que pillaba (cuánto más »guarro«, mejor)?

- ¿Cómo es posible conseguir algo así? Dios, por favor, ayúdame.

Sobre todo esta última frase dió lugar a que todo comenzó a girar para encontrarme con otro tipo de gente, y en otras circumstancias. Dios, como siempre, contestó mi petición, y me abrió la puerta de Migjorn, Cento de nacimiento sin violencia (partos naturales) en los alrededores de Barcelona, donde vivía en aquel entonces. Entre otras cosas, ahí me enseñaron videos de varias mujeres pariendo. Me enseñaron también que hay dos tipos de contracciones: unas para abrir el canal, y otras para empujar el bebé para fuera. Me impactó mucho uno de los videos, en el que Montse nos comentó que la mujer había tenido un verdadero orgasmo al parir. Todo esto me ayudó a imaginar como realmente es un parto y también a poder mantener la confianza en que pueden conseguirse cosas realmente divinas. De ello yo me hize »una pelicula mental« sobre mi parto y me la »proyectaba« en mi mente, en un lugar de Milagros donde todo es posible, durante 10 mínutos cada mañana, a veces también dos veces al día. Me acordé de nuestra gata y me imaginé mi parto sin dolor y sin sufrimiento, y como el parto conserva todo mi cuerpo en su plenitud. En el mismo centro, las circumstancias quisieron que me encontrase con Arte Terapia, que me ayudó encontrar formas más concretas de mis miedos y creencias. En la vida esos tomaban forma de discusiones con pareja, crisis de ansiedad, comer sin cesar ... y a traves de las Artes comenzaban a cristalizarse en palabras y creencias concretas, con las que se puede comenzar a trabajar. Atravesé una »lucha« con mi Voz interior, que me decía dejar ciertas cosas y comenzar otras ... pero mi miedo a lo que diran y cómo entonces viviré, no me permitieron hacerles caso de seguida. Pero la »lucha« fue ganada e hice caso a mi Voz interior. Dejé todo deseo de trabajar, dejé a medias mis estudios justo antes de terminar (que para mi era un gran paso, ya que siempre había sido una »excelente alumna«). Y comencé las caminatas a las orillas de mar, para escuchar su sinfonia divina y sus mensajes de sabiduría. Al mirar las olas de mar, ellas me recoradron que son transitorias, porque antes o después se rompen y retornan al mar. Y lo mismo sucede con mis emociones y la intranquilidad interior. Ellas solo son un estado, que antes o después desaparece, cuando en el horizonte aparece Un pensamiento de Paz (que en mi ya estaba naciendo, ya que todos los días proyectaba mi »película« de un parto indoloroso). El pensamiento, realmente, es como Mar. Cuando el día, o sea nuestro pensamiento, es nublado, pesado, con mucho viento, las olas son grandes y poco agradables - como también lo que nos sucede en nuestra vida. Cuando nuestros pensamientos se calman en la Luz, se aclara también el día. El mar refleja la tranquilidad y la calma, como si nunca hubiera conocido al Sunami.

Comencé a trabajar activamente con la Arte Terapia. Ella fue mi acompañante del día. Sobre todo dibujé. Quemé los dibujos que eran fruto de mis frustraciones, recordando que así pude expresarles sin violencia y también que era posible cambiar todo pensamiento, por más »díficil« que parezca. Tarde o temprano, el Fuego Divino quema la llena, por más dura y gorda que esta parece ser al principio. Después siempre dibuje un Pensamiento Claro, normalmente la CONFIANZA. Me entregué al sentir y dejé que sean los lápices que me dibujaran, en vez de yo dibujar. Muchas veces reglé los dibujos, lo que me dio mucha confianza, ya que la gente quedó sorprendida de su regalo y de como les llega justo en »aquel« momento necesitado. ...

Comenzé también el diario de Conversaciones con Benet. Todo este tiempo hablé con Benet y le pregunté qué traía al mundo, qué capacidades tiene, qué viene a aprender, en qué le podría ayudar yo. Un diario realmente increible, que años más tarde me mostro lo real y lo verdaderas que eran estas conversaciones.

Trás una caminata muy larga, regresé a casa y me »hice pipi«. Su agua era muy clara. Llamamos al Migjorn, que me ayudó a comprender lo que estaba sucediendo, aunque faltaba un mes y medio para el parto »oficial«.

Decidí ir directamente al hospital, ya que el Centro de partos naturales no puede atender a los prematuros por ley. El mundo era así de bueno para tener toda la ayuda posible: era justo un sábado y Sergio estaba en casa. Me llevó a Hospital Sant Pau, donde me anunciaron que rompí aguas y que el parto comenzó. Le pedí a la doctora un parto natural, a pesar de la práctica habitual de las epidorales. La doctora lo acepto y solo me dijo que le avisara en cualquier momento si cambiara de opinión. Nos pusieron a una sala de »espera«, donde Sergio me contó tanto chistes que tuvieron que reponerme las cintas de medición dos veces porque se me cayeron de risa. Sin embargo, en cada contraccion mi mirada se volcó para dentro. Cada vez había menos risas exteriores y más vida interior. Sentí como se movían mis huesos, muy suave y lentamente, como si de una caricia se tratase. Cada vez estaban más hacia fuera.

Cuando vino »el tiempo justo« me trasladaron a la sala de partos. Reconozco que la caminata con las contracciones muy frecuentes que piden solo la mirada interior, no son la actividad más deseable, porque dan pie a la actividad exterior y dificultan la concentración interior. Pero las cosas ahí eran así, ya que de lo contrario necesitarían muchas más salas de parto (que por cierto agradeceríamos las mujeres que parimos). Cuando me pusieron sobre la silla de parto, lo primero que hicieron era colocarme las piernas para arriba. Este era mí primer momento de mucha Firmeza. Bajé las piernas y afirme muy decidida que yo iba a parir con las piernas en el suelo, porque era mi manera de sentir apoyo y fuerza para acompañar las contracciones. La enfermera pareció asustarse de tanta firmeza, dijo algo parecido a »es que se pare así«, pero yo ya no quise hacerle ningun caso.

El siguiente momento decisivo era la hora de exploración, cuando me miraron cuán de abierta estaba. La enfermera me pidió que en aquel momento »sobre todo no empujara porque así era mejor« . En la siguiente contracción tuve ganas de empujar, pero le hice caso a la enfermera. Y mira, dolió como dificilmente se puede imaginar. De seguida tuve la claridad de que tenía que seguir lo que yo sentía y no lo que otros me piden o quieren. Esto realmente era mi momento decisivo, porque me volvieron a ofrecer la epidoral. En la siguiente contracción, me entregue al empuje. La doctora lo vió de seguida y anuncio el parto. Entraron unos quience médicos y cerraron las puertas. Las primeras contracciones de dilatación, se convirtieron en las contraciones de expulsión. Pude sentir como a través mío fluye una fuerza increíble. Sabía que si no me opongo a ella, no me dolerá ni un poco. Así que me entregué a ella, como si nadara con y encima de las olas. Toda esta fuerza fluyó a través mío como si de un río ancho se tratara, y yo solo me dejé sentir qué significaba La Fuerza de Vida. Este era mi primer momento cuando registré con conciencia y sentí la Verdadera Fuerza y Voluntad Divina. Jamás olvidaré los ojos de un anastesista, que estaba ahí por si acaso. Dijo que »parecía que esta mujer, o sea yo, disfrutaba pariendo«. Y yo me afirmé a mis adentros: »Si, señor, así es.« Las contracciones de expulsión tardaron exactamente diez minutos. El canto de un pájaro sobre el árbol, que se vio desde la ventana, anunció el nacimiento de Benet y que estaba vivo. ¡Qué mejor regalo podría darme!

Después del parto me llevaron sobre la camilla en otra sala, a pesar de mis afirmaciones que me encontraba perfectamente bien ya que jamás antes conocía una Fuerza así de bella. Me miró la doctora y me dijo que no había ni un rasgo de desgarre y que estaba perfecta. El parto sucedió según mis expectativas y además me dejó mucha sabiduría:

- Las mujeres pueden parir sin dolor y sin sufrimiento (sin necesidad de epidorales).

- La posibilidad de dolor y sufrimiento es muy grande cuando escuchamos a los demás. Vale la pena aprender a escuchar nuestra Voz Interior para guiarnos. Al dar preferencia a lo que quieren los demás (que no deja de ser un reflejo de nuestros pensamientos temerosos de “qué dirán”), de entrada, desconectamos de nuestra Voz interior al tener que atenderles. Y lo segundo, tanto pude ser que ellos acierten como que no lo hagan.

- Todas las cosas necesitan su tiempo natural. Si queremos apresurar las cosas, aparece resistencia y con ello dolor. En el caso de parto, esto tanto es verdad para la espera de que se abriesen todos los canales necesarios, como también se refiere a la entrega absoluta a la Fuerza de Vida – con su, y no nuestro, ritmo.

No podemos ir ni más rápido ni más lento. Las dos cosas producen sufrimiento al apartarse del ritmo divino.

La oxcitocina, que se administra a las mujeres, hace justo lo que nosotros mismos queremos tantas veces: “Que las cosas sean ya. Y si puede ser antes, mejor.” Entonces no nos puede extrañar de que “la vida nos desgarra”, ya sea físicamente o emocionalmente.

- Insistir es necesario y una buena capacidad que uno puede poseer. Esta capacidad nos enseña que ningún pensamiento oscuro – aunque se diesen todos a la vez – pueda con la verdadera Luz, que sin lugar a duda existe en nuestro interior.

- Si nunca probamos cosas diferentes o de manera diferente (sin importar lo que dirán o como sobreviviremos), permanecen las puertas de una felicidad y paz mayor cerradas. Hacer siempre lo mismo solo puede ofrecernos un poco más de lo mismo.

- Cuando conseguimos “lo imposible” con la escucha de nuestra voz interior divina, podemos experimentar sensaciones nuevas: la Dicha y la Plenitud. Toda la vida adquiere una dimensión y una luz diferente, porque estamos convencidos de que lo único que causa dolor y sufrimiento son nuestros pensamientos (creencias) y no el mundo exterior. Y sabemos lo mejor: QUE TODAS LAS MENTES PUEDEN CAMBIAR, y que para esto necesitamos nuestra involucración (y no que cambien los demás). De repente, la GRATITUD comienza a envolver todos nuestros pasos, porque le estamos agradecidos incluso a los “enemigos más feroces”. Ellos no dejan de ser un regalo que refleja nuestros pensamientos, y es por lo tanto el principio de nuestra salvación.

No soy la víctima de lo que me sucede. A contrario, soy plenamente responsable de todo lo que me sucede, incluidas las cosas (personas) que »no son de mi gusto«. En esto radica la salvación, porque me da el poder sobre lo que me sucedce. Yo, por lo tanto, puedo cambiarlo, si así lo elijo.

¿Cómo lo hago?

Todo en cuanto sucede es el reflejo de mis propios pensamientos. Si los cambio, cambian también las circumstancias al ser mero espejo de mi mente. »Quién me hizo qué y cómo« empieza a ser irrelevante, porque todos los participantes son solo los actores de mis pensamientos.

Dios me regalo un hijo, que en su Luz me lleva justo ante Él. Gracias, Benet, y gracias también a ti Sergio, por haberme acompañada en mi primera aventura de salvación. Que mi gratitud sea como un regalo que os acaricia vuestro corazón interior y os abra todos los caminos de la salvación, porque TODO ES POSIBLE en la Luz de Dios. Gracias también a todas las circumstancias, que me mostraron lo que tenía que cambiar en mi mente. Y gracias a todas las Fuerzas Divinas, que me guiarón a través de »una noche muy oscura« con un faro de luz enorme, que es capaz de enseñar su camino incluso a los más perdidos. En esta Luz, Dios me envió gente como Gloria, que con su primeros pasos de Arte Terapia acariciaba mi alma, como también a la sanadora Ana Vegas, Montse y todo el equipo de Migjorn, Esther, Dr. Garcia y todo el equipo de Sant Pau, y muchos otros. Que mi felicidad y vivencia interior sea mi gratitud para todos vosotros. Gracias.

Te pido estimado Padre, que pudieran sanarse todas las creencias que causan dolor y sufrimiento, tanto en los hombres como en las mujeres, porque es Tu Voluntad vivir en Paz y Amor. Sin dejar atrás nuestros pensamientos oscuros, Tu Luz no puede entrar. Más con una pequeña dosis de buena voluntad por nuestra parte se nos abren todas las puertas de los Milagros y Tu Felicidad. Que entonces de haga Tu Voluntad, y sólo la Tuya. Yo estaré donde Tu quieres para que así sea. Gracias por tu Guia y Gloria que nos espera a TODOS.



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